viernes, 22 de febrero de 2008


Rómulo no descansa en paz

Antonio Ecarri Bolívar

Hoy se conmemora el centenario del nacimiento de Rómulo Betancourt y a pesar de no encontrarse entre nosotros, no puede descansar en paz mientras su querida Venezuela esté viviendo un proceso de involución antidemocrática.

Rómulo dedicó toda su vida a la lucha por la democracia y la libertad. Sus primeros años los dedicó a concientizar a sus compañeros de generación en la necesidad de crear organizaciones políticas para resistir los embates de la dictadura primitiva de Juan Vicente Gómez, luego se empeñó en hacer avanzar la sociedad de su época por los derroteros de la modernidad, ampliando los derechos civiles de las mujeres, los jóvenes y los analfabetos. Resistió y combatió con fe de carbonero -utilizando su particular léxico- la dictadura de Pérez Jiménez, quien hizo retroceder a Venezuela a la época gomecista cuando derrocó el régimen democrático de Rómulo Gallegos.

Cuando el 23 de enero, el pueblo venezolano y sus Fuerzas Armadas, depusieron el nefasto gobierno dictatorial, Rómulo regresa del exilio para dedicarse a reconstruir su partido, Acción Democrática, recorriendo el país e iniciando un periplo que lo llevaría nuevamente al poder, para a partir de allí comenzar a transitar el camino democrático, pero con inmensas dificultades, pues tuvo que enfrentar conspiraciones de derechas e izquierdas, tan incruentas como el atentado contra su vida y la actuación de las guerrillas comunistas que asesinaban a policías y soldados a mansalva. Ambas conspiraciones, de signo contrario, fueron derrotadas por Betancourt y el pueblo democrático que siempre lo acompañó.

Rómulo afirmaba que las conspiraciones de derecha fueron más fáciles de vencer, porque no tenían respaldo popular, pero con los comunistas había que enfrentarlos política y militarmente. Políticamente, para desenmascarar su eterna demagogia oferente del paraíso terrenal a las masas oprimidas; y militarmente, cuando tomaron el camino de la lucha armada contra el régimen democrático.

El enfrentamiento de Betancourt contra el totalitarismo, propiciado por la izquierda comunista, comenzó cuando se dio cuenta que la utopía de una sociedad sin clases era un simple mascaron de proa del contrabando de la dictadura del proletariado, la que además se fue pervirtiendo hacia la dictadura del partido único, para finalmente caer en la dictadura de un solo hombre: Stalin, Mao, Pol Pot, Kim Il Sun o Fidel Castro, son ejemplos relevantes.

Esa lucha de ideas y principios, contra los totalitarismos, la llevó Rómulo hasta sus últimas consecuencias, pues siendo Presidente de Venezuela impuso, en América Latina, la tesis conocida como Doctrina Betancourt, según la cual se debía romper relaciones diplomáticas con todo gobierno que no fuera producto de elecciones democráticas. Esta doctrina llevó al aislamiento y progresivo derrumbe de las dictaduras en todo el continente. Se salvó la cubana, gracias a las torpezas de los gringos y al apoyo incondicional de la URSS durante toda la época de la guerra fría.

Toda esa gesta heroica de Betancourt, contra las dictaduras de cualquier signo ideológico, logró sembrar en la conciencia del venezolano su animadversión contra el totalitarismo, por eso podemos afirmar con toda propiedad que Rómulo no aró en el mar, sino que sembró en tierra fértil, pues la derrota que el pueblo venezolano le propinó a Chávez y sus pretensiones hegemónicas el pasado 2 de diciembre, es producto de esas enseñanzas. Ahora bien, como la lucha recién comienza, esperemos que quienes asumimos su legado tengamos la entereza de salir de este régimen, más temprano que tarde y retomemos la senda democrática, para así lograr que nuestro gran gladiador por la libertad pueda, por fin, descansar en paz.